-Primero voy a pedírtelo amablemente. Mamá, ¿me devuelves mis baquetas?
-¡Tus baquetas son la menor de tus preocupaciones, jovencito! Has huido de Dios. ¡Mi hijo a huido de Dios! Estás... en un buen...
-¿Lío? Jajajaja. ¡Llevo 12 horas metido en un lío, espabila! ¿Sabes? Voy a pasarme en el internado de San Bernart los próximos 2 años de mi vida, ¿te acuerdas?
-¡Sí!
-¡No volveré a darte la lata hasta que sea mayor de edad!
-¡Sí!
-Luego solo tendrás que ir a la Iglesia, encender una vela, rezarle a una ridícula estatuilla por mí y todo quedará olvidado y perdonado, ¿no, mamá? Así podrás pasarte el día con la conciencia limpia tranquila y dedicada a actividades más edificantes como contarles a todos la mierda de vida que llevan, y ya no necesitarás la paciencia y la comprensión necesarias para hablar con tu propio hijo en un plano normal. Y por eso no tendrás ni que pensar en lo mal que lo pasaste tú de joven, y seguramente es lo mejor porque si lo hicieras comprenderías que como madre eres una auténtica puta mierda.
-Jeremy, ¿que bicho te ha picado?
-¡Acabo de perder mi virginidad en un confesionario, que Dios me bendiga! Y ahora, por última vez, mamá, devuélveme mis putas baquetas. Por favor.
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