Hace unos años tuve un sueño. Un café en el cuarto piso de un edificio, la Torre Eiffel en una tarde de otoño; en la compañía de un café, un libro y un cenicero con un par de colillas. Un hombre en la mesa de al lado dibujando con lápiz la Torre mirando por la ventana. La gente hablaba y me gustaba prestarle atención a lo que decían aún cuando no les entendía nada. La ciudad de París con esa esencia otoñal, ese cielo medio azul medio gris. Y yo tomando mi café, el chico que dibujaba, la gente que hablaba, en aquel café, en el cuarto piso, en París, viendo un día de otoño, la Torre Eiffel, el cielo azul/gris. Y entonces desperté.
29 may 2012
Hace unos años tuve un sueño. Un café en el cuarto piso de un edificio, la Torre Eiffel en una tarde de otoño; en la compañía de un café, un libro y un cenicero con un par de colillas. Un hombre en la mesa de al lado dibujando con lápiz la Torre mirando por la ventana. La gente hablaba y me gustaba prestarle atención a lo que decían aún cuando no les entendía nada. La ciudad de París con esa esencia otoñal, ese cielo medio azul medio gris. Y yo tomando mi café, el chico que dibujaba, la gente que hablaba, en aquel café, en el cuarto piso, en París, viendo un día de otoño, la Torre Eiffel, el cielo azul/gris. Y entonces desperté.
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